
Bernardo de Gálvez (1746-1786) podría considerarse uno de los políticos y militares con mayor trascendencia en el período borbónico de la América española. Habría brindado, durante su juventud, los más honorables servicios a la Corona y se habría presentado como un virtuoso oficial que, por los destinos típicos de la empresa militar española en América, terminaría convertido en uno de los más amados y mejor recordados políticos de las Indias. Su gloria le llevaría a ser nombrado virrey de la Nueva España. Su gobierno en Luisiana y su campaña en las Floridas le inmortalizarían como héroe de la raza española. Decía Gilbert C. Din que no había gobernador español de Luisiana que fuera recibido con tanta admiración como Bernardo de Gálvez, pues incluso se podría considerar que él había reconciliado a la población nativa de origen francés con el nuevo gobierno de los españoles1.
Demostró grandes dotes para el ejercicio político y la diplomacia, siendo un ejemplo de esto su actitud respecto al Congreso Continental para no implicar a España dentro del conflicto de independencia de los Estados Unidos. A pesar de que, como es sabido, España estaba dotando a los rebeldes de suministros. Townsend, a cuyo estudio nos remitimos, llegó a sugerir que Gálvez había tenido correspondencia con integrantes del recién formado gobierno de las colonias y que, gracias a un refinado lenguaje político y a una cautela sin precedentes, habría logrado manifestar el apoyo español sin que pudiera decirse que la independencia de los Estados Unidos habría sido una artimaña española2.
Como comandante fue, además, un hombre competente. Una vez iniciaron las hostilidades con Inglaterra, entendió la amenaza inglesa sobre Nueva Orleans, principal enclave político de la Luisiana española, y pronto organizó a la gente en una suerte de milicia local. La población apoyó a su gobernador en esta iniciativa defensiva, sumándose sin rechistar en la defensa de Nueva Orleans, en la campaña del Mississippi y en la posterior movilización hacia La Mobila, que finalmente daría paso a la ofensiva de Pensacola3. Era muy querido y respetado por su población, razón por la que sería inmortalizado en el poema de Julien Poydras, ilustre hijo adoptivo de Luisiana4. Si algo inmortalizaría a don Bernardo de Gálvez, sería su victoria en la Florida Occidental. De ahí que surgiera la denominación Gálveztown5.
Bernardo de Gálvez, aunque modernizador e hijo del siglo XVIII, también era un hombre respetuoso de las costumbres y las tradiciones de los pueblos. Podía considerarse un hombre respetuoso de los fueros. El ejército que conformó para sus batallas, en nombre del rey, contra los ingleses estaría conformado por múltiples etnias y grupos. Así, por ejemplo, reconoció el valor de las compañías acampanas, compuestas por franceses que guardaban rencor a la dominación inglesa y a la crueldad demostrada por los mismos durante la Guerra de los Siete Años. Alabó la valentía de las compañías de mulatos y negros libres que llevaban la delantera en toda acción ofensiva, así como aglutinó a indios entre sus fuerzas y les mostró el valor de las costumbres españolas, llegando estos últimos, pese a la conocida ferocidad de los indios en batalla, a perdonar a los ingleses rendidos. Según Beerman, en esto último influyeron Santiago Tarascón y José Sorrel, que conocían las costumbres indias6. Gálvez era un hombre humanitario, pues siempre salvaguardó la vida y la integridad de los vencidos. Su figura contrastaba con la de los ingleses, ya que estos últimos no respetaban la integridad de los prisioneros españoles7.
La victoria en Pensacola aseguró el dominio español de Florida Occidental y, luego en las negociaciones, la Florida Oriental. Si hacemos un balance de la batalla, y de la rendición del Red Cliffs Fort, podemos contemplar cómo 1,113 militares británicos fueron capturados. A esto se le podrían sumar los cientos de muertos que generó el bombardeo de la artillería española. Gálvez reporta en las pérdidas unos 75 muertos españoles y 198 heridos, más los 21 muertos y 4 heridos de la Armada. Capturó 143 cañones, 6 howitzers, 4 morteros y 40 pedreros. El gran botín fueron 2,000 mosquetes que cayeron en manos españolas8. El hecho apoteósico de la victoria sobre los ingleses fue el Te Deum para honrar, en primer lugar, la grandeza de la religión católica y la victoria sobre el enemigo anglicano. Después las tropas partirían a La Habana.
Gálvez, que también será conocido por su breve gobierno en Méjico y en su lucha contra la apachería, demostrará ser uno de los hombres más importantes de la América española. No solo por sus orígenes distinguidos, al ser parte del clan Gálvez, sino porque fraguó su nombre por la política y las armas. Alcanzó la nobleza por las armas, como el hidalgo castellano, siendo luego conocido como el conde de Gálvez. Luisiana entra en los destinos de la civilización occidental a partir de la obra española en ella. Fortier reconoce que los oficiales españoles en Luisiana, siendo el más ilustre Bernardo de Gálvez, probaron ser sabios hombres de Estados y capaces guerreros9. Los luisianos, dice también Fortier, adquirieron gloria y honores con la administración del gobernador Gálvez e incluso, en términos económicos, se vieron favorecidos por las políticas de Gálvez10. Las restricciones económicas se alzaron para contribuir a los comerciantes.
La obra de Gálvez es reconocida por Carlos III, entonces monarca de las Españas y de las Indias, en aquella real cédula en la que le nombra capitán general y gobernador de Las Floridas, que unían las provincias de Luisiana, Pensacola, Mobila, y todas aquellas que estaban bajo dominio inglés con la denominación de Florida Occidental. Gálvez fue un fiel monárquico, un noble que se debía a sus súbditos, un humanista —en el sentido católico de la palabra— y un hombre resolutivo en temas de gobierno. Si tuviéramos que usar un término moderno, podríamos denominarlo «americanista». América fue su último destino en vida.
Por tal razón, a raíz de su joven e inesperada muerte, Agustín Pomposo de San Salvador dedicaría su «La América llorando por la temprana muerte de su amado, su padre, su bien y sus delicias el Exmo. señor D. Bernardo de Gálvez». Era amado en La Habana, en La Florida, en Luisiana y en la Nueva España. Había dejado huella en la América española como padre y benefactor, como un Hércules hispano y americano. Y no sería disparatado, por sus honores y hazañas, colocarle en el panteón de los padres de América. Su obra no es efímera. Al contrario, es una estocada histórica al mundo anglosajón. Incluso para el vecino del norte, que debe una buena parte de su independencia al heroísmo del caballero español don Bernardo de Gálvez.
Gilbert C. Din, “Bernardo de Gálvez: A Reexamination of His Governorship”, en The Spanish Presence in Louisiana, 1763-1803, ed. Gilbert C. Din (Lafayette: University of Southwestern Louisiana, 1996), 77.
Light Townsend Cummins, “Observer and Spanish Involvement, 1778”, en The Spanish Presence in Louisiana, 184.
Eric Beeman, “Victory on the Mississippi, 1779”, en The Spanish Presence in Louisiana, 194.
Alcée Fortier, A History of Louisiana (Nueva York: Goupil & Co, 1904), II, 66.
Beeman, “Victory on the Mississippi, 1779”, en The Spanish Presence in Louisiana, 197.
Ibid., 199.
Gálvez había estado negociando con el oficial al mando de la guarnición inglesa, el general Campbell. Los ingleses rechazaron las propuestas españolas, se aprovecharon de las conversaciones en Tartar Point y prendieron fuego a las edificaciones en su retirada. Lo que terminó de enfurecer a Gálvez fue un reporte sobre el maltrato de los prisioneros españoles por parte de los ingleses. Albert W. Haarmann, “Spanish Conquest of British West Florida”, en The Spanish Presence in Louisiana, 210.
Ibid., 215.
Fortier, A History of Louisiana, 100.
Ibid., 101.
"El 16 de junio de 1779 tendrá lugar la declaración formal de guerra del rey Carlos III al rey de Gran Bretaña Jorge III; el motivo principal de que España decidiera aliarse con Francia para luchar contra los ingleses y a favor de la independencia de los Estados Unidos fue el de recuperar la Florida; esta se había perdido en 1763 a cambio de recuperar La Habana y Manila, ocupadas unos meses durante la Guerra de los siete años contra Inglaterra. Otro de los objetivos de Carlos III era recuperar Menorca, Gibraltar y la llamada Costa de los Mosquitos en Centroamérica que estaba controlada por los ingleses desde Jamaica. El rey encarga entonces al Gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez, reclutar y dirigir las fuerzas españolas en una campaña contra los británicos a lo largo del Golfo de México y del río Mississippi; el gobernador entiende con ello que hay que tomar partido por los independentistas estadounidenses contra los ingleses. (...) Gálvez aprovecha la inercia de estos avances para recuperar para España las Islas Bahamas, organizando una expedición para su definitiva conquista. Aunque a última hora da la orden de no hacerse en beneficio de la conquista de Jamaica, su lugarteniente Cagigal ya la tiene en marcha, mediante la cual el 8 de mayo de 1782 captura la base naval británica de New Providence. Gálvez habría continuado, según su intención, sus expediciones contra los ingleses en Jamaica, pero la firma del Tratado de París de 1783, da por terminada la guerra, por lo que decide suspender su nuevo objetivo. (...) Se abría un nuevo tiempo para España en los que habría que resolver asuntos complejos con la nueva República norteamericana como las cuestiones de límites, la libre navegación por el Mississippi, la inmigración americana en territorio español o las relaciones con los indios."
https://laamericaespanyola.com/2023/11/30/la-familia-galvez-y-su-tiempo/
Sin duda, un genio.
Gran artículo. Desconocía el personaje y su obra, ahora me encuentro fascinado por el tema. ¡Muchas gracias!